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Franco desde una perspectiva histórica -3ª y última parte-


Fuente: Franco, una biografía personal y política. Stanley G. Payne - Jesús Palacios

Una dictadura no es una escuela formal de demócratas, y Franco no fue responsable de la democratización de España, aunque, paradójicamente, bajo su mandato el pueblo español fue capaz de desarrollar la mayoría de los presupuestos que se exigen a un pueblo democrático. 
Con el paso del tiempo, las encuestas de opinión han registrado valoraciones más negativas sobre Franco que las que se hicieron en los primeros años tras su muerte. La generación que ha vivido y conocido más el franquismo ha dado respuestas más positivas que la de los más jóvenes, pero quizá esto no debe sorprendernos. Las encuestas de opinión en el siglo XXI, por ejemplo, reflejan una visión negativa de la época de Franco en un porcentaje superior al doble de quienes la ven de manera positiva. Por lo general, alrededor del 40 por ciento considera su mandato como una mezcla de aspectos positivos y negativos, una valoración bastante razonable para un proceso histórico tan complejo. 
Franco y su régimen representan la culminación de un proceso y la conclusión de una larga época de conflictos entre tradición y modernidad que duró dos siglos, desde el reinado de Carlos III hasta 1975. En algunos aspectos Franco puede considerarse la última gran figura del tradicionalismo español, y bajo dicha perspectiva, Franco, con sus políticas y valores, significó un final más que un principio. Tuvo éxito en aspectos clave de la modernización y liquidó para siempre ciertos problemas del pasado, aunque otros simplemente se pospusieron hasta después de su muerte. Debido a sus valores y a sus tendencias políticas, no pudo construir la nueva España del futuro ni en la forma que había previsto ni en la que adquiriría tras su desaparición. 
A pesar de la aparente sencillez de algunas de sus ideas fundamentales y de sus declaraciones principales, Franco fue una personalidad histórica compleja que tuvo que resolver una variedad inusual de contradicciones. Comenzó siendo un débil adolescente, aparentemente frágil e insignificante oficial, para convertirse en el general más joven y distinguido del ejército. Monárquico por convicción, aceptó a regañadientes la legitimidad de una república democrática. 
Aspiró a tener un imperio con el apoyo de Adolf Hitler, con el que acabó poniendo distancias, y abandonó años después todas las posesiones españolas en África prácticamente sin violencia. Se manifestó contrario a las democracias liberales occidentales, pero acabó negociando importantes pactos con Estados Unidos para la defensa y cooperación, aunque siempre se mantuvo en guardia convencido de que el mundo occidental estaba siendo socavado por la masonería, su bestia negra.
Fue un anticomunista visceral que habló con admiración de Ho Chi Minh, líder del nacionalismo vietnamita, y aconsejó a Lyndon Johnson que no siguiera adelante con la guerra de Vietnam, porque Estados Unidos la perdería. 
La importancia de Franco en la historia de España radica, en primer lugar, en la larga duración de su mandato, que marcó el destino político del país entre 1936 y 1975, y en segundo término, en los profundos cambios que se llevaron a cabo durante dicho periodo, muchos de ellos diseñados y preparados bajo su jefatura, otros consecuencia o producto de sus políticas y algunos que contradecían directamente sus propias intenciones. El régimen y la época de Franco marcaron la conclusión de un largo y convulso periodo en la historia de España y abrieron el camino –aunque no fuera lo pretendido- hacia una era más prometedora, aunque Franco, como Moisés, tuvo que quedarse en la orilla sin cruzarla. Su carácter, su personalidad y sus valores no selo permitieron: fue el Caudillo militar de una sociedad conservadora que en gran medida había dejado de existir incluso antes de su propia muerte. 

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